Suena hasta difícil de imaginar. ¿Has pensado en la vida sin la existencia de los zapatos?
Expertos en arqueología y paleontología han planteado que los zapatos se inventaron alrededor del Paleolítico Medio hace aproximadamente 40 mil años. Pero fue hasta el período del Paleolítico Superior que las poblaciones usaron calzado de manera constante; es decir, que se convirtió en parte de su rutina. Los primeros prototipos de zapatos eran suaves, hechos de piel envolvente y su forma era muy parecida a lo que actualmente conocemos como sandalias o mocasines.
En cambio, los primeros referentes del calzado moderno datan del período barroco temprano de Europa, cuando los zapatos de mujer y hombre eran muy similares, aunque las modas y los materiales diferían entre las clases sociales. Para la gente común, los tacones pesados de cuero negro eran el estándar mientras que los aristócratas los usaban la misma forma pero elaborados de madera.
A principios de 1800, los zapatos de mujer y de hombre comenzaron a diferir entre sí, principalmente en estilo, color, talón y forma de la punta. Los zapatos con la parte superior de tela aparecieron durante esa época y las botas se hicieron extremadamente populares. Fue también cuando se estableció el estándar para el tacón de un hombre en una pulgada.
Hasta 1850 los zapatos se hacían rectos, lo cual significaba que no había diferenciación entre los zapatos izquierdo y derecho. Pero como todo en la historia de la humanidad, la búsqueda por mejorar la calidad y por contribuir a un mejor desempeño de las actividades de trabajo, hizo que a medida que se acercaba el siglo XX, los zapateros pudieran mejorar la comodidad de los pares elaborando zapatos específicos para cada uno de los pies.
Con la llegada del siglo XX, el calzado cambió drásticamente de una década a otra. Esto se debió en parte a una variedad de avances tecnológicos que simplificaron el proceso de fabricación del calzado. Durante la Gran Depresión, los zapatos negros y marrones dominaron el mercado estadounidense. Poco después, los Oxford se convirtieron en una opción masculina popular y los zapatos de plataforma con suela de corcho se hicieron populares entre las mujeres.
Aunque los estilos del calzado para hombre permanecieron relativamente sin cambios después de la Segunda Guerra Mundial, los zapatos de mujer hicieron otra alteración dramática en su apariencia, pues ahora eran arqueados, sofisticados y hechos para resaltar el pie. Los tacones delicados se estrecharon a medida que avanzaba la década.
A medida que la presencia femenina en los lugares de trabajo creció en las últimas décadas del siglo XX, también lo hicieron sus tacones. A principios de los años setenta, los zapatos de plataforma y las cuñas eran populares entre las mujeres, aunque lo fueron menos en los años ochenta y noventa, seguramente por su propia comodidad y salud.
Sin embargo, las tendencias del calzado masculino eran marcadamente estáticas, ya que los oxfords y los mocasines seguían siendo el estilo dominante.
Actualmente hay zapatos adecuados prácticamente para cada ocasión, estado de ánimo y preferencia. También ha habido un movimiento que se aleja de los estilos y de las tendencias, y que se enfoca principalmente en la comodidad y la funcionalidad, ya que muchos diseñadores están cambiando el interés de una cuestión práctica a la estética.